Psicología,  teorías

Introducción a la Teoría del Apego

La Teoría del Apego de John Bowlby es la más aceptada con respecto a la construcción del lazo emocional entre el niño y su cuidador. Desde la etología, sustenta que el niño desarrolla el apego no por la relación de alimentación, sino por una construcción sensible e interna que el niño desarrolla con su cuidador a lo largo del tiempo, ya que al igual que otras especies, los seres humanos contamos con un repertorio biológico que nos permite recíprocos intercambios entre nosotros para mantener la supervivencia de la especie.

Los bebés desarrollan lazos con los adultos que son sensibles y receptivos a sus necesidades y de esta forma se logra el desarrollo social y emocional normal. A esta relación que fundamenta la autonomía ulterior se le conoce como apego. Así, el apego da cuenta de la génesis y evolución de los vínculos afectivos.

Las fases que pueden distinguirse en la Teoría del Apego de Bowlby son:

1. La fase de preapego (del nacimiento a las 6 semanas de vida): en ella el bebé fomenta la cercanía con su cuidador a base de una serie de señales como la sonrisa, llorar o coger, de modo que se va estableciendo un vínculo temprano, pero no les importa quedarse con un desconocido porque dicho vínculo todavía no está consolidado.

Ejemplo:  los niños prematuros que a menudo pasan con varias enfermeras antes de poder pasar en exclusiva con su madre no diferencian al cuidador que ofrece las atenciones que precisa

2. Fase de formación de apego (de 6 semanas a 6-8 meses): Los bebés responden diferente a un cuidador conocido que a un extraño. A medida que se va estableciendo una interacción recíproca continuada entre el bebé y su cuidador este se da cuenta que sus conductas influyen en las de aquel.

Ejemplo: La tía Mercedes visita a María cuando esta tiene siete meses y esta se pone a llorar desconsoladamente a pesar de que la tía le canta con ternura y la mece suavemente para consolarla. La Madre de María acude y enseguida la bebé se tranquiliza con su arrullo.

3. Fase del apego bien definido (de 6-8 meses a 18meses- 2 años): El apego en esta fase es evidente y se presenta la ansiedad de separación entre los 6 y 15 meses con mayor intensidad. El cuidador suele servir de base segura de exploración para el niño, quien produce conductas deliberadas para que el mismo no se retire o permanezca con él. La idea de Piaget y la permanencia de objeto es consistente con el hecho de que el niño comprenda la existencia del cuidador, aunque este se encuentre ausente,

Ejemplo: Gabriel de 14 meses llora y hace rabietas para intentar que su madre no lo deje en la guardería.

4. Formación de una relación recíproca (18 meses a 2 años en adelante): el desarrollo de otras capacidades como el lenguaje permite al niño negociar con el cuidador para ganar tiempo extra cuando este tiene que retirarse. Las conductas que presenta ante la separación son más persuasivas, pero no son por lo general conductas de resistencia como las que presentaba anteriormente.

¿Se puede establecer apego con más de una persona? ¿Establecer apego con más de una persona es positivo o negativo para el bebé?

Según Bowlby los niños poseen una predisposición para establecer el apego con una sola persona: la madre o su cuidador principal, y aunque habla de cuidadores múltiples y el caso del apego con el padre, los niños hasta los doce meses van a preferir siempre el vínculo y los cuidados de su madre, posteriormente la resistencia a que sus necesidades sean satisfechas por otro cuidador será cada vez menor. Este tipo de apego se afianza cuando se subsanan las necesidades de malestar.

Los padres son figuras importantes que satisfacen las necesidades afectivas, emocionales y materiales de los bebés igual que las madres, y no hay evidencia que sustente la creencia de que son las mujeres las que están dotadas biológicamente para esta función.

Aunque la cualidad del vinculo padre e hijo y madre e hijo es diferente (padre como compañero de juegos y madre como cuidadora) la inserción de la mujer en el ámbito laboral ha hecho que estos roles no sean estáticos, sino que han cambiado con el avance y evolución social.

Cuando se habla de la relación del apego con el desarrollo social y emocional se comprueba que aquellos bebes que establecieron apegos seguros luego suelen ser niños y adolescentes con habilidades sociales más desarrolladas, cooperativos, creativos y sobre todo con una alta autoestima, autónomos y empáticos.

Por el contrario, aquellos con apego evasivo desarrollaban incompetencia social y aislamiento e indiferencia hacia sus iguales. Los que desarrollaron apego de oposición llegaban a ser adolescentes difíciles y a manifestar conductas destructivas.

Lo mismo se puede decir del desarrollo de la competencia cognitiva, que se exalta en aquellos que han podido gozar de un apego seguro. Sin embargo, en los casos de apego inseguro hacen falta mayores estudios que corroboren el hecho de que el ajuste social de estos niños en la edad adulta siempre es negativo, ya que en algunos casos no se produce el esperado desajuste propio del desarrollo de un vínculo poco sensible en la infancia.

EJEMPLO nº1: Mark es un niño institucionalizado y huérfano que ha sido criado siempre en casas de acogida con múltiples cuidadores. Cuando alcanza la edad de dieciséis años empieza a presentar conductas de aislamiento y en ocasiones algunas de corte antisocial, como vandalismo y hurtos menores. Las evaluaciones psicológicas indican por su historia familiar que ha sido siempre un niño difícil que parece no demostrar sentido de pertenencia o empatía. Al mismo tiempo Mark se describe a sí mismo como ajeno a las necesidades de afecto diciendo:” son cosas de gente débil” Su psicóloga cree que es un joven con serios problemas de autoestima y falta de afecto.

EJEMPLO nº2: Tania es la hija única de un matrimonio donde tanto madre como padre se implican en la crianza y en la satisfacción de las necesidades de la niña. Un estudio longitudinal en el que participa la familia revela que Tania a los dieciséis años es un líder activo de su comunidad escolar, presentando altos índices de competencia social y sobre todo de autonomía. Relata en las entrevistas: “no lo hubiera conseguido sin la confianza que me dieron mis padres desde pequeña”. Otras diez chicas del estudio, cuya configuración familiar fue favorable desarrollando un apego seguro demostraron un desarrollo cognitivo superior a un grupo que los investigadores habían conformado con niños cuyo apego había sido inseguro. Cuando las muestras del estudio fueron conformadas a partir de poblaciones más grandes se pudieron constatar diferencias significativas en el desarrollo cognitivo y emocional de los participantes cuya historia familiar demostraba la presencia sostenida de un apego seguro.

ROGERVAN RUBATTINO ©